El Casco de Acero Moderno
España fue uno de los países europeos mas tardíos en la introducción del Casco de Acero como elemento de equipo básico para el soldado. Este hecho quedó ampliamente denostado en el estallido de la Guerra Civil, cuando hubo que importar miles de ellos, dando lugar a la gran variedad de modelos que se utilizaron durante el conflicto. En este vlog repasaremos la historia de los tres modelos principales que produjo España.
Origenes y desarrollo:
Tras la experiencia de la Primera Guerra Mundial todos los países europeos estaban fabricando o adoptando cascos de acero para el equipamiento de sus tropas. Aunque España sufría una prolongada guerra colonial en el Norte de África desde 1911 y venía incorporando las nuevas aportaciones de la industria de guerra desarrolladas en Europa, el casco de acero se veía como un elemento innecesario.
Esto se debía probablemente a la climatología desértica de los conflictos coloniales que sufría el país, motivo por el cual, unido a las características de este tipo de conflicto, no se había considerado sustituir el gorro Ros, los Salacots coloniales y Chambergos en uso en las Fuerzas Armadas.
Aun así en 1926, con el nuevo Reglamento de Uniformidad para el Ejército, se vio una buena oportunidad para plantearse la adopción de un casco, convocándose un concurso internacional para estudiar diversos modelos por la Circular del 1/9/1.926.
De entre las ofertas recibidas se destacan dos modelos nacionales:
“Modelo Castells”, de la firma catalana Hijos de B. Castells, que presentó un casco parecido al Mº Adrian de origen francés, de manufactura artesanal lo cual no aseguraba un suministro masivo al ejército.
“Casco de Combate Modelo 1926” proyectado bajo la dirección del Comandante de Artillería D. Antonio Ramírez de Arellano de la Fábrica Nacional de Artillería de Trubia. Este casco no copiaba ninguno de los utilizados por otros países, sobre su guarnición se menciona un “almohadillado” especial bajo una cruceta de cuero. Los prototipos, de los cuales no se conserva ninguno de los 150 fabricados llevaban soldado en el frontal el emblema de Artillería estampado en metal.
Aunque el diseño producido por Trubia fue superior en las pruebas ninguno de los dos fue considerado como adecuado para ser reglamentario, siendo ambos desechados.
La Fábrica de Trubia sin embargo no dio por cancelado el proyecto y siguió desarrollando el concepto del casco, simplificando la cúpula de aireación que desapareció y dando lugar a dos variantes; el “casco sin ala” y el “casco con ala”. En 1930 aparece la primera partida de producción de estos cascos siendo de 12.000 para el modelo “sin ala” y 1.500 para el modelo “con ala”.
Fue ese mismo año, 1930, por la Real Orden Circular N. 363 de 3/11/1.930, que finalmente se designó “al modelo propuesto por la Fábrica de Artillería de Trubia” como casco reglamentario del Ejército Español. Se hace en la citada Real Orden la indicación de que, “se acompañarían fotografías y planos de detalle”, los cuales no llegaron a publicarse nunca (posiblemente por la llegada de la República en Abril de 1.931) y quedó sin definirse si el propuesto era el “casco con ala” o el “casco sin ala”.
Así en 1.931, cuando la República aprobó un presupuesto para fabricar otros 20.000 cascos, el fabricante los destinó al “casco con ala”. Ello suprimió definitivamente la fabricación del modelo “sin ala” dejando su producción total en las 12.000 unidades fabricadas inicialmente entre 1926-1930. De esta forma tan convulsa los primeros cascos empezaron a ser distribuidos en el Ejercito Español, apareciendo en público por primera vez en el desfile que conmemoraba el primer aniversario de la instauración de la República.
El Trubia fue utilizado por primera vez en situación de combate durante la revolución de Asturias, una sublevación armada organizada por el Sindicato Minero (del 6 al 24 de Octubre de 1.934). El casco se mostró efectivo y la continua inestabilidad y tensiones internas llevaron a proyectar la idea de un nuevo modelo de casco de acero, que en principio no estaba concebido para sustituir al Mº 26, sino a equipar los Cuerpos de Seguridad del Estado.
Este nuevo casco tenia una forma muy similar al casco Mº 26 “con ala” aunque de construcción más ovalada e interior completamente diferente de cuatro lengüetas simples unidas a una guarnición que se sujetaba únicamente por un remache en la parte superior. Pese a que su producción empezó en 1934, la fabricación de sus componentes en diferentes zonas de la geografía nacional y el estallido de la Guerra hizo que hasta 1938 los primeros modelos no empezaran a ser utilizados, dando lugar así durante el conflicto al casco Mº 38.
Guerra Civil:
Al estallar la Guerra Civil Española fueron requeridos todos los cascos disponibles siendo recuperados los 12.000 cascos Mº 26 “sin ala” que se hallaban almacenados pintados en color gris cemento y distribuyéndolos en su totalidad haciendo el Mº 26 en sus dos variantes uno de los cascos más populares durante la contienda pese a la permanente falta de estos durante toda la guerra.
Respecto al Mº38 es posible que su fabricación se hubiera pospuesto por potenciar el suministro de los casco del Mº 26 “con ala” para el ejército, permaneciendo incompletos los de aquel modelo al estallar la guerra. A estos que se hallaban en la fábrica de Trubia abrían sido trasladados a Eibar tras su toma por los nacionales para añadirles las guarniciones, lo que explicaría su tardía aparición en el bando nacional. El hecho de no ser casco de guerra justificaría su aparición equipando inicialmente fuerzas paramilitares, originalmente pintado de color arena o marrón claro aunque hacia finales de la contienda su uso, como el de cualquier otro casco, se hizo indiscriminado entre tropas tanto regulares como voluntarias.
Durante la Guerra no fue frecuente la utilización de elementos de camuflaje en ninguno de los cascos, pero la diversidad de los teatros de operaciones obligaron a buscar soluciones provisionales. Las pinturas utilizadas no solían salirse de las reglamentarias; gris, verde o caqui (alguno en arena) y azul que adoptó el Ejército de Aviación.
Pese a ello aparecieron gran multitud de personalizaciones con las siglas del P.O.U.M., la F.A.I., la C.N.T., o con simbología socialista, marxista, falangista o fascista, generalmente pintadas de forma artesanal, de acuerdo con las simpatías políticas de su portador. La aparición de cascos “personalizados” fue más frecuente entre las tropas milicianas de los primeros tiempos y aunque en el ejército de la zona nacional se pretendió siempre una mayor uniformidad tampoco se libraron de las personalizaciones, en particular con la Falange.
Al finalizar la guerra civil, se procedió a hacer recuento del material disponible para su posible recuperación. Los tres modelos fueron incluidos en la campaña de recuperación de forma indistinta acoplándoles una nueva guarnición, del mismo modelo que la original, generalmente canibalizando cascos irrecuperables, o con una nueva de piel clara. Los barboquejos también fueron reparados, utilizándose el mismo tipo de soporte que los originales. Como a todos los cascos de la posguerra, en 1943 se le soldó una estrecha pletina de chapa para colocar el emblema del ejército, adémas de ser repintados generalmente en verde, en un intento de unificar el aspecto exterior de todos ellos. La fábrica de Armas de Trubia, tras la Guerra Civil, produjo varias remesas hasta 1950. Estos cascos reacondicionados permanecieron en el Ejército durante mucho tiempo, siendo finalmente retirados del servicio tan tardíamente como 1.977 en algunos casos.
Características Técnicas:
Mº 26 “Sin ala”
Forma ajustada y sin vuelo, fabricado en una única talla, color gris, en acero con un espesor de 1,1mm, se ve reforzado por su forma compacta con unas características balísticas aceptables.
La guarnición se forma mediante un zuncho de cuero grueso al que van cosidas tres lengüetas dobles, con dos orificios en cada lóbulo, por donde pasa un cordón para el reglaje. Debajo de las lengüetas están cosidas piezas de fieltro para ofrecerle comodidad. Este zuncho va fijado al casco mediante 7 remaches de hierro, dos de ellos mayores y con orificios pasantes que sirven además de sujeción para las pletinas donde basculan las anillas del barboquejo.
El barboquejo de cuero se ajusta mediante una hebilla de hierro la cual incorpora además una anilla metálica para plegar el sobrante debido a la longitud del mismo. Peso aprox. 1000 gr.
Mº 26 “con ala”
Idéntico a su predecesor pero de forma con acabado más acampanado, fabricado también en talla única, color gris, en acero laminado con un espesor de entre 1,1 y 1,8 mm de espesor.
La guarnición no difiere del modelo 26 “sin ala” aunque esta normalmente se fabrico de color negro, siendo este el único elemento diferenciador.
Peso aprox. 1050 gr.
Casco Mº 38
Forma muy parecida al Mº 26 “con ala” pero de visera mas baja, con forma que tiende al óvalo y más alto que los otros dos cascos. Fabricado en una sola talla, color marrón o arena, en acero laminado de 1 mm.
La guarnición se forma mediante un zuncho metálico unido a dos flejes en cruz que lo sujetan mediante un único remache a la bobeda del casco.En el interior lleva 4 lenguetas de cuero simples y estrechas con un orificio en cada una para pasar el cordón del reglaje. Las pletinas donde basculan las anillas del barboquejo están directamente unidas al zucho metálico haciendo el casco mucho mas inestable.
El barboquejo de cuero se ajusta mediante una hebilla de hierro la cual incorpora además una anilla metálica para plegar el sobrante debido a la longitud del mismo. Peso aprox. 930 gr.